martes, 29 de septiembre de 2009

Una buena reflexion

FRENTE A LA CUESTIÓN DE LA POBREZA
Nuevamente se alzan las voces desde la Iglesia, asumiendo el rol de defensores públicos de los sectores más humildes, de los pobres. La intencionalidad, ya indisimulable, es restarle credibilidad al gobierno, cuestionando las mediciones que produce el INDEC. Ahora además de mantener un vínculo privilegiado con Dios, se recibieron de eximios cientistas sociales, y en palabras del Obispo de Bariloche, la UCA (Universidad Católica Argentina), es la Institución adecuada para brindarnos información sobre el tema.
Este juego de la Iglesia, no es nuevo, desde demandas legítimas de los sectores populares y con un estilo mucho más sutil que una organización piquetera, disputan recursos del estado, para fortalecer su aparato clientelar, pero a diferencia de cualquier organización social, su intencionalidad es reproducir este orden social de manera inalterable, y conspirar en las sombras, con todas las expresiones políticas de la oligarquía.
Para la Iglesia la desigualdad y la injustica social, son exclusiva responsabilidad del gobierno, implícitamente le demandan el ingenio o la capacidad de resolverlo, sin afectar los intereses de la oligarquía; Toda medida de gobierno que afecte los intereses de estas minorías, es reprochada desde la Iglesia, por “alterar la paz social y provocar el enfrentamiento entre hermanos”. Parece que la UCA, es excelente para relevar datos sobre NBI, pero tiene serias dificultades, para explicar que estructura socioeconómica la produce.
El espacio y el consenso que obtienen en la sociedad estas voces hipócritas, seguirá existiendo más allá de la sanción de la nueva ley de medios; vivimos momentos de definiciones y decisiones trascendentes para nuestro pueblo, lo que nos demanda como militantes peronistas, un debate profundo, sobre la cuestión socioeconómica, el carácter revolucionario en el diseño político, y el contenido y protagonismo popular necesarios para desencadenar un proyecto liberador.
En la medida que sigamos discutiendo con el enemigo, perdemos capacidad de dialogo con los sectores populares y la posibilidad de resolver políticamente sus demandas legítimas. Este tipo de debates coloca a nuestro pueblo como espectador de confrontaciones, que le resultan ajenas a su mundo cotidiano. (Gobierno-Campo, Gobierno-Clarín, Gobierno - UIA etc). Con el agravante, de que quienes informan o emiten voces públicas sobre cualquier tipo de confrontación, lo hacen desde los intereses de las minorías.
Es indispensable tomar las demandas populares desde paradigmas propios e innovadores, diseñar políticas para resolverlas, y recién entonces, desplegar la confrontación con los sectores oligárquicos. Es terriblemente dañino, someter las decisiones políticas, que inobjetablemente benefician a nuestro pueblo, (ej: AFJP), a la opinión que la oligarquía expresa a través de los medios.
Con todo el respeto y aprecio que tenemos por las organizaciones hermanas, los referentes y su militancia, ya es tiempo de terminar con la práctica de obtener recursos del estado, canalizarlos como paliativos y construir desde esta relación, una estructura política. No podemos seguir de manera excluyente, actuando sobre las consecuencias que generan las decisiones de la oligarquía, hay que erradicar las causas de la desigualdad y la injusticia social.
Si no se trabaja sobre este aspecto, la dualidad de los instrumentos utilizados, nos colocan en un laberinto que indefectiblemente terminan en prácticas clientelares y cajas políticas, (hoy tenemos datos fehacientes, de que hay intendentes que están dibujando trabajos en Cooperativas, y se le retienen $ 600 a las personas que participan de la maniobra), estas prácticas son aborrecidas por nuestro pueblo, y todos terminamos cargando con esta responsabilidad. Por el contrario si hay políticas destinadas a erradicar las causas estructurales de la precariedad y empobrecimiento de nuestro pueblo, este tipo de herramientas contribuye a acelerar el proceso y conserva el sentido revolucionario del peronismo.
No estamos expresando nada nuevo, las políticas del gobierno de Perón, erradicaban las condiciones estructurales del sometimiento, en tanto la Fundación, atendía las demandas y urgencias, de necesidades impostergables, entre ambas constituían una práctica, que transformaba en conciencia nacional, popular y revolucionaria, el proyecto político.
Cuando expresamos que se hace indispensable modificar los paradigmas, es nuestra intención señalar, que la sociedad del conocimiento, asumida en la ley de medios, es el marco general en el cual nosotros y las generaciones venideras vamos producir y reproducir nuestras vidas.
Es imprescindible entender que el enfoque desarrollista, de valorar el capital productivo, como generador de trabajo, y ello como condición necesaria para erradicar la injusticia y la desigualdad social, solamente es aplicable a economías autocentradas, en el marco de lo que fue la sociedad industrial y con el patrón tecnológico metal-mecánico. Querer reproducirlo hoy, es otorgarle a la oligarquía una capacidad de decisión sobre la estructura socioeconómica, que aborta los objetivos políticos orientados desde el gobierno.
Es este capital productivo el responsable del proceso inflacionario, y la destrucción del poder adquisitivo del pueblo, el que presiona sobre la tasa de cambio para que el dólar alcance los $5, es el que sigue incrementando precios, cuando en el resto de los países desarrollados hay un proceso deflacionario, es el que cuestiona los directores designados por el estado, es el que en término de dos años saco del país más 40 millones de dólares hacia el exterior, es el que sigue sosteniendo una jornada laboral de 8 hs. o más, cuando en el resto de los países desarrollados no superan las 6hs.
El esquema globalizado de la economía, impide la formación de capital en el territorio nacional, sus estrategias de reproducirlo en forma ampliada, no observan al conjunto de la población como consumidores, el Capital productivo se orienta hacia el lugar del mundo, que mejores condiciones le brinde en términos utilitarios, (Bajos salarios, energía barata, ventajas impositivas, amplios espacios con capacidad de consumo, escasos controles sobre el medioambiente, etc.).
Es un error seguir interrogándonos acerca de cómo generamos empleo, la sociedad del conocimiento, se interroga acercad de cómo se satisfacen consumos, se recrean calidades de vida de excelencia y construye ciudadanía desde un piso de derechos básicos impostergables.
Si persistimos en la valoración que hacemos del capital productivo, sin resolver las demandas populares, estamos abriendo nuevamente la puerta, al discurso del mercado, brindando a personajes como Macri, la posibilidad de manifestar que el desempleo, se resuelve con inversiones extranjeras, y que estas solamente vienen, si los argentinos le garantizamos condiciones extraordinarias para que exploten nuestro trabajo y nuestros recursos naturales.
Es impostergable la necesidad de rediseñar un modelo de sustentabilidad para los argentinos, el actual fue válido para atender las condiciones catastróficas del saqueo durante los noventa, su eclosión en el 2001; y el saqueo devaluatorio practicado por Duhalde en el 2002.
Si se persiste en sostener este modelo, basado centralmente en la capacidad de generar divisas desde los sectores exportadores, y una importante actividad interna que genere superávit fiscal desde esta dinámica, quedamos expuestos a que la crisis impacte de pleno, sobre las variables más determinantes. Lo cual indefectiblemente nos llevará, a decisiones políticas que solamente benefician a quienes controlan el proceso, (devaluación de la moneda y endeudamiento para cubrir el déficit fiscal).
Es prioritario que se entienda que la crisis no es de carácter financiero, sino que tiene un fuerte carácter estructural, localizado en los niveles de productividad alcanzados, por la aplicación del nuevo patrón tecnológico, que representa indefectiblemente, serios inconvenientes para reproducir el capital con igual tasa de ganancia, donde la llamada burbuja financiera o el giro especulativo hacia los comodities, refleja esta incapacidad del capitalismo global.
El agotamiento de este modelo, necesariamente lleva a una disputa política, si no podemos esbozar un proyecto que transforme las calidades de vida y toda la estructura económica que ello requiere, la oligarquía volverá a hacer lo que mejor sabe, producir una crisis para gestionar la política económica.
En la sociedad del conocimiento, los integrantes de una comunidad agregan entre un 40 a un 60% del valor, sobre los productos que consumen, esto y la reducción de la jornada laboral, es lo que permitió a los países desarrollados resolver la cuestión del desempleo. Partieron de proyectos y diseños económicos que transformaron la estructura económica, y el control el control sobre esta, ajustando el espacio productivo desde las nuevas tecnologías, a la escala y las preferencias de las demandas.
Argentina debe ser uno de los pocos países en el mundo, donde un litro de leche, recorre 400 km, para que se procese y otros 400km, para que se consuma en lugar donde se ordeña la vaca, a este ejemplo le podemos añadir cientos de ellos, que evidencian una absoluta irracionalidad económica. Si persistimos en este tipo de estructura económica, el conjunto del pueblo tendrá que seguir subsidiando al tambero, para que siga existiendo el “capital productivo”.¿ Quien puede explicar con un grado de racionalidad económica, que una prenda de algodón adquirida en la salada, se comercializa cuadruplicando su precio en el Chaco?
Ha llegado la hora de preguntarnos, acerca del volumen de bienes materiales y culturales, que requiere una comunidad, y que valor se agrega en el lugar, desde la capacidad física instalada y las actualizaciones tecnológicas que se requieren para ello. El trabajo es un medio para producir nuestras condiciones materiales de vida; en la sociedad del conocimiento, esto se jerarquiza sobre su condición intrínseca de formar capital.
Si los centros urbanos vinculados al sector agrario, tuviesen la capacidad de agregar un 60%, del valor sobre los productos que consumen, la denominada población rural no tendría que sufrir el desarraigo, ni observar a las patronales agrarias, como el factor determinante de la actividad económica. En localidades de este tipo compuestas por 30 mil habitantes, los dueños de la tierra, quienes tienen capacidad de arrendarla, y quienes proveen los medios tecnológicos de explotación no superan las 3000 personas.
La sociedad del conocimiento, observan a los conglomerados urbanos, como espacio de riqueza, tanto por el stock de conocimiento que maneja, como por la capacidad de consumo, desde ello se planifican las políticas económicas y las nuevas estructuras que satisfacen y acompañan las tendencias de transformación.
El irracional, que aún persistan en nuestros centros urbanos, el hipermercadismo como espacio de comercialización, (propio del consumo masivo del automóvil en los años 60), cuando están desapareciendo en todas las grandes ciudades, fue reemplazado por la combinación, entre la aplicación de TIC y logísticas cien veces más productivas que estas estructuras de comercialización. Sin una política que oriente esta transformación, los chinos en nuestro país, de modo artesanal, son los que van señalando cual es la tendencia.
Existen todas las condiciones tecnológicas, para que se articule al pequeño comercio con cadenas de agregación de valor, por localidad, o región, que a la vez estas, tengan la suficiente organización para controlar y denunciar las intervenciones distorsivas de precios por parte de quienes son formadores de los mismos. Esto no sólo requiere medidas del gobierno, o aprietes de Moreno, es imposible producirlo sin un activo militante que lo promueva como política.
Interrogarnos sobre el proyecto, que en un plazo de cuatro años, nos brinde el ingreso suficiente, para acceder a la vivienda, contar con las prendas apropiadas para cada temporada, con los alimentos suficientes, con un sistema de transporte ágil, con energías alternativas, con estructura de atención primaria en salud, con el automóvil y los medios tecnológicos propios del avance científico existente, con el acceso a todos los niveles de conocimiento y formación, es producir una revolución, es terminar con la pobreza y con utilizar a los pobres como predicado, para que se transformen en sujetos de la historia. En cada una de estas realizaciones, habrá que confrontar con la oligarquía, para reconstruir un nuevo orden social, igualitario, justo, con sentido patriótico, el cual por su naturaleza es totalmente antagónico a la cúpula del poder económico y a quienes toman decisiones políticas desde el ejercicio de ese poder.
Nadie tendrá duda alguna, que cuando se establezca una jornada laboral de 6 hs, es para beneficio del pueblo, que los fondos del ANSES, son para garantizar un ingreso digno para los viejos, desde actividades económicas que nos posibilitan la realización como personas y ciudadanos, que no se puede seguir formando médicos para que operen lolas, de europeas, sino generalistas para que atiendan en los barrios.
Es hora compañeros de dejar de proclamar la Independencia económica, y comenzar a practicarla; la justicia social no se mendiga, se conquista; el pueblo debe recuperar la soberanía política, para soñar el país que quiere y realizarlo desde un proyecto propio.
Estos son los diálogos que tenemos pendientes con el pueblo, no va a ser la conferencia episcopal, ni los que se rasgan las vestiduras por los pobres, quienes los produzcan. En esto también es imprescindible cambiar el paradigma, para producir una extraordinaria convergencia de sectores sociales hoy diferenciados.
Al problema de la falta de empleo, debemos agregar las condiciones de inestabilidad que tiene este sistema, a diferencia de lo que ocurría en la sociedad industrial, la estructura económica controlada por la oligarquía, no garantiza de manera indefinida que un argentino pueda producir sus medios de vida. Esto tiene una fuerte determinación en los sectores medios y los trabajadores con alta calificación; los cuales, a la hora de confrontar con la oligarquía, observan al poder económico como actores irremplazables de la actividad económica.
Si no podemos diseñar una política, que a la vez, que erradique el empobrecimiento, genera condiciones de estabilidad y libera al conjunto del pueblo delas estructuras que controla la oligarquía, los sectores medios en su gran mayoría, terminaran siendo aliados de la oligarquía. Las cuestiones culturales, persisten y se reafirman en condiciones materiales que las sustentan, las visiones fuertemente diferenciadas sobre la sociedad y el país, desde sectores que tienen intereses en común, es un triunfo político de las minorías. La nueva ley de medios tiene un enorme potencial, pero solamente se alcanzan los objetivos que persigue en términos de democratización, si es utilizada como herramienta, en prácticas transformadoras de este orden social.
Por último, lo que está en juego es modificar las relaciones de poder que existen en nuestra Nación, no puede pasar desapercibido, que la oligarquía en los dos últimos años, ha recuperado su expresión política en los escenarios de disputa, en consecuencia existen una cantidad de decisiones políticas, que más allá del beneficio que representan para las grandes mayorías, acumula fuerzas del lado del enemigo.
Tanto por el contexto regional, como por los hechos desencadenados en el 2001, y el proceso iniciado en el 2003, esta es la hora de los pueblos, debemos estar a la altura del momento histórico, con acuerdos y desacuerdos con quien lo conduce, pero con el compromiso que estos tiempos merecen, actualizando el debate, generando acciones desde las demandas populares, vinculándolas, a las iniciativas del gobierno, y discutiendo con el gobierno si es necesario. Lo que no se puede hacer, es responsabilizar al gobierno de los triunfos de la oligarquía, o pensar que el pueblo es suicida.
MOVIMIENTO DE LIBERACION CARLOS MUGICA – HURLINGHAM

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