martes, 29 de septiembre de 2009

BINNER-SABBATELLA-SOLANAS: Los equilibristas



A pesar de sus diferencias, la centroizquierda será clave para la gobernabilidad K. Los temas que buscarán imponerle al oficialismo: pobreza, recursos naturales y reforma impositiva.Por Franco MizrahiLa desconfianza, esa que irradia la mirada de un hombre al ver a su mujer en el medio de una fiesta saludando al amor de su adolescencia, es un ritual de la centroizquierda. Y como en esas parejas, esa mirada desconfiada puede derivar en una escena de celos, de egos, de envidia, que la pone en riesgo. Pero como en toda historia romántica, siempre hay lugar para la reconquista. Y entonces las cosas empiezan a funcionar, otra vez. Como ahora, donde la historia vuelve a unir en el mismo sendero de rosas a los actores que mejor representan la centroizquierda en la Argentina. Una relación de “tres” a quererse (valga la digresión) –Hermes Binner, Martín Sabbatella y Pino Solanas– que empieza a funcionar como engranaje y tiene un gran desafío por delante: convertirse en garantes de la gobernabilidad, con la imposición de una agenda política propia.Si alguno de los protagonistas escribiera un diario íntimo, el 16 de septiembre pasado podría tener un gran corazón rojo a su alrededor. La instantánea devuelve una imagen de amalgama: 15 de los 16 legisladores que conforman el espacio progresista de la Cámara de Diputados –integrado por el bloque Solidaridad e Igualdad (SI), Proyecto Sur, Encuentro Popular y Social y Diálogo por Buenos Aires– y aquellos que responden al socialismo de Binner votaron a favor del proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. No se trató de una acción coordinada pero el resultado los encontró en la misma vereda. Y gestó la esperanza: encontrar en ese grupo unido a los impulsores de una agenda política que incluya debates sensibles, como la pelea contra la pobreza, la redistribución de la riqueza y la necesidad de sincerar la democracia en el país. El cosquilleo en la panza se siente; al atractivo de ideas, aliados en esta historia podrán sumarle los asientos parlamentarios post-10 de diciembre: 41 diputados (donde también se contabilizan los legisladores del bloque de la Concertación y del Frente Cívico para Santiago) o potenciales socios para alcanzar quórum, si se los mira desde la óptica kirchnerista. Un margen de acción que los traslada desde el espectro testimonial al del poder real. De las utopías a las posibilidades concretas de correr los límites, pasito a pasito.“Porque la unión hace a la fuerza”, reza el dicho popular. Y entonces se abre la puerta para armar una lista –infaltable, claro, en cualquier diario– de proyectos futuros. Algunos que ya llevan la firma de todos y otros que están abiertos a la discusión interna. Los ejes programáticos, en definitiva, son compartidos:- Pobreza y desigualdadLa punta de lanza de las propuestas del centroizquierda es la asignación universal por hijo. Planteada como un ingreso para todos los niños y niñas de la Argentina, la pelea por su financiación incluirá otras medidas de corte progresista –por caso, el impuesto a la renta financiera– que atraviesan al resto de los ejes. Existen otras prerrogativas que apuntan a estructurar un blindaje social, como sostiene Sabbatella. En ese marco, queda comprendido: la aplicación de una tarifa social para los servicios públicos, el fortalecimiento del sistema educativo y sanitario, la prohibición de los despidos sin causa por 180 días, la conformación de un seguro de empleo y formación. La tercera edad también está contemplada entre los representantes de este espacio con la intención de crear una jubilación universal –para todo aquel que no pueda demostrar treinta años de aportes–, con el haber mínimo. Una medida que contempla la necesidad de democratizar la ANSeS y recomponer los haberes.- Matriz productivaA partir de los recursos que puedan producirse en este eje, llegarán a buen puerto las medidas para terminar con la pobreza. La reconstrucción de la capacidad soberana para decidir sobre los recursos naturales nacionales es otras de las banderas de la agenda progresista. Con esta medida, el objetivo recae en la generación de financiamiento y una reconversión del desarrollo productivo. Una alternativa de Proyecto Sur es la conformación de un fondo de seis mil millones de dólares sobre la base de reservas disponibles, destinado a tres cuestiones estratégicas: infraestructura de transporte, para reconstruir la red ferroviaria nacional y la flota mercante; infraestructura energética, para contar con una petrolera estatal y ampliar la oferta de energía; y creación de un fondo destinado a la industria y el agro.La discusión en cuestión comprende la necesidad de repensar el esquema tributario actual, la aplicación de retenciones a la minería y a la pesca, la creación de un organismo estatal de comercialización de granos, y la dirección que debería tomar el esquema productivo nacional.- Democratización de la democraciaDesde esta perspectiva, se plantea la incorporación de mecanismos de participación directa en todos los planos: partidos políticos, organizaciones gremiales –con el ejercicio de la libertad sindical–, organizaciones sociales y plebiscitos y consultas populares.El inventario es ambicioso. Pero ¿qué odisea no tuvo sus tormentas? Por caso, Binner, Sabbatella y Pino tendrán que sortear una particular: quebrar definitivamente el bipartidismo que buscan fortalecer los antihéroes de esta historia, el ex presidente Eduardo Duhalde y el actual vice, Julio Cleto Cobos, con su empeño de encolumnar al radicalismo detrás de su figura.El sociólogo Ricardo Rouvier agrega un condimento: el rol del kirchnerismo. “El posicionamiento inicial del gobierno de Kirchner volcado a la centroizquierda y la transversalidad generó un dilema –explica–. Obligó a los dirigentes progresistas no peronistas a ubicarse como parte del proyecto oficial, definirse como aliados críticos o constituirse directamente como oposición.” Una disyuntiva que, justamente, divide aguas en la centroizquierda.Vale la pena un poco de historia. Existió en 2003 un amor efímero conformado por el sabbatellismo primerizo y el incipiente kirchnerismo. Hoy, con casi siete años encima e historias diferentes sobre sus espaldas –por caso, en las últimas elecciones legislativas se enfrentaron en la provincia de Buenos Aires–, la realidad política los encuentra separados. El espacio que lidera el intendente de Morón evita desconocer los méritos de aquella relación. “Reconocemos el piso construido pero la relación entre ambos espacios llegó a su techo –comenta un asesor sabbatellista–. Por eso, ahora, entendemos que es necesario avanzar hacia un movimiento superador, que no desconozca lo hecho hasta ahora pero sea consciente de que esto llegó a su límite.”De reojo, el sector que responde a Solanas mantiene su tono crítico. “Existe una diferencia clara –menciona Claudio Lozano, de Proyecto Sur–. Ante el proyecto de Ley de Medios, nosotros dijimos: ‘Así no lo votamos’, y planteamos modificaciones. Sabbatella, en cambio, primero dio su apoyo. Y Binner, que tiene un acuerdo con el radicalismo, por suerte sorteó el cepo. Lo que está claro es que la debilidad del oficialismo habilita a que sus propuestas sean más permeables a modificaciones por la necesidad de construir mayorías.” Lozano no lo dice pero tiene un dato en cuenta: Sabbatella, al frente de Morón, y Binner, como gobernador de Santa Fe, cargan con los condicionamientos que impone la gestión ejecutiva.La diputada socialista Silvia Augsburguer se ataja: “Nuestra agenda programática sigue siendo la que acordamos con la UCR y la Coalición Cívica”. La aclaración tiene su ancla en el péndulo que moviliza a su espacio: meses atrás, los medios identificaron a Binner como el posible candidato presidencial del Acuerdo Cívico y Social –que aglutina a Elisa Carrió y al presidente del partido radical, Gerardo Morales– y luego del voto socialista a favor de la nueva Ley de Medios corrieron versiones que lo vincularon al kirchnerismo. Y mientras el Ejecutivo santafesino opta por el silencio, en los pasillos del Congreso sus representantes aseguran al unísono: “Algo es cierto: Cobos no nos gusta y de eso dependerá el futuro de la unión”.Pero más allá de lo que mide el barómetro de cercanía K, unos y otros se abroquelaron en la última batalla congresista: debatir y modificar la actual ley de radiodifusión que impuso la última dictadura militar. Rouvier diseña una explicación al fenómeno: “Este sector intenta posicionarse a la izquierda del oficialismo. Ahora, el despliegue que hace la oposición más dura (la UCR, la Coalición Cívica, y el Pro-peronismo), colocándose a la derecha del espectro y ante la probabilidad de que después del kirchnerismo el único que pueda ganar sea la centroderecha, hace que algunas figuras más destacadas de los progresistas consideren como prioridad compartir algunas políticas particulares del Gobierno, más que cuestionar las debilidades. Tal fue el caso, en Diputados, de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”. Lozano, en cambio, contrapone: “En realidad algunos creen que hay que defender esta gestión como modo de evitar el avance de la derecha. En algún momento, esta gestión tuvo signos más interesantes. Nosotros creemos que hay que defender los intereses de la sociedad. Si la gestión promueve algo que defiende esos intereses, como la estatización de las administradoras, la de Aerolíneas, como la Ley de Medios modificada, nosotros lo bancamos”.A esta altura, el deshoje de la margarita resulta inevitable: ¿me quiere? ¿No me quiere?Para el diputado Eduardo Macaluse, que preside el SI, la clave está en la paciencia: “Hay que construir un espacio común con tiempo y reflexión. ¿A qué apunto? A la necesidad de mantener el respeto mutuo aunque votemos diferente. No hay que apurar los tiempos que pueden hacer explotar esta nuestra construcción”. Una visión compartida por Lozano: “Debemos hacer algo diferente a lo que siempre hicimos. Si la lógica es cómo se juntan Binner, Pino y Sabbatella, no tenemos posibilidades. Nos proponen que nos transformemos en una maquinaria electoral berreta, sin años de historia ni grado de penetración suficiente y eso nos convierte apenas en una amenaza electoral. Modificar la Argentina que tenemos, en cambio, supone una construcción más profunda, que no se dé sobre la base de yuxtaponer referencias públicas sino sobre la capacidad de incluir experiencias de organización colectiva de todo el país en la competencia electoral, política y partidaria”.Pero el contexto histórico que abrieron las elecciones del 28 de junio y la demostración de poder que evidenció la última votación parlamentaria auguran una nueva configuración de poder. Una situación que Sabbatella analiza como oportunidad histórica: “La centroizquierda debe transformarse en una fuerza política y popular por fuera del bipartidismo y con esa autonomía debe participar del debate público. Vamos a trabajar con mucha fuerza por este espacio, por esta unidad. Y construir con vocación de gobierno, para no ser sólo una fuerza parlamentaria más”.Envalentonado, Carlos Raimundi, diputado del SI, agrega: “Queremos una nueva cultura de oposición en la Argentina. Puede haber un salto cualitativo en la cultura de oposición, donde haya más margen para negociar”.¿Se quieren? Los pétalos parecen no acabarse. Pero las coincidencias existen. El desafío, claro, está en sus manos.
Fuente: (VEINTITRES)

3 comentarios:

  1. La formula es...

    Solanas - Binner
    Acompañados por el GEN en BSAS y Juez en Cba

    Ahi, peleamos el ballotage, y de mas esta decir quien gana...

    Saludos!

    PSUR 2011!

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  2. Nacional y popular, puede ser. Pero revolucionario???? Por favor, no perdamos el sentido del ridículo: apropiarse de los recursos del estado en beneficio propio es revolucionario? No lo sabía....

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